El mago que hizo desaparecer el Canal de Suez... o quizá no

Jasper Maskelyne nació en Inglaterra en 1.902, en el seno de una familia de ilusionistas dedicada desde hacía varias generaciones al mundo del espectáculo. Un abuelo suyo, John Nevil Maskelyne, había sido uno de los magos más famosos de la Inglaterra victoriana. Jasper siguió la tradición familiar y a finales de los años 30 se hizo popular con un llamativo número en el que (aparentemente) comía cuchillas de afeitar. Pero justo cuando parecía que le había llegado la fama estalló la guerra y los teatros se quedaron vacíos. Maskelyne decidió entonces abandonar temporalmente su prometedora carrera artística para alistarse en el ejército.

Maskelyne estaba convencido de que sus habilidades podían tener una utilidad militar. Tal como decía, "si puedo engañar a los espectadores a unos pocos metros de distancia, seguro que puedo engañar a los alemanes a cientos de millas". Con esa idea, en octubre de 1940 ingresó en la unidad de camuflaje del Real Regimiento de Ingenieros, después de convencer a un grupo de oficiales haciendo ante ellos una demostración de técnicas de enmascaramiento de nidos de ametralladoras. Fue destinado al norte de África, un teatro de operaciones en el que el camuflaje y el engaño constituían dos elementos fundamentales en cualquier acción militar.

Maskelyne llegó a El Cairo en la primavera de 1941. Al principio sus superiores le recibieron con escepticismo, y en lugar de permitirle poner en práctica sus ideas prefirieron encargarle la tarea de entretener a las tropas con espectáculos de magia. Después de mucho insistir, consiguió al fin que el alto mando le diese el permiso para crear y dirigir una unidad experimental de camuflaje, a la que llamó Magic Gang (algo así como “la banda mágica”). El propio Maskelyne seleccionó personalmente a los miembros de su equipo, un variopinto grupo formado, entre otros, por un dibujante, un ceramista, un lampista, un técnico electricista o un carpintero montador de decorados.

Después de permanecer varios meses inactivos esperando a que les asignasen alguna misión, finalmente en junio de 1941 la Magic Gang recibió su primera tarea: proteger el puerto de Alejandría de los ataques aéreos de la Luftwaffe. Tras estudiar detenidamente el puerto, Maskelyne y su equipo diseñaron contra reloj varios métodos distintos de ocultación. Utilizando luces y maquetas de cartón y lona, construyeron una réplica del puerto en la bahía de Maryut, a pocos kilómetros de distancia. La estratagema se puso a prueba por primera vez en la noche del 22 de junio, cuando Alejandría tuvo que enfrentarse a un nuevo raid alemán, El puerto se oscureció completamente en cuanto se dio la alarma de ataque aéreo. Al mismo tiempo se encendieron las luces del señuelo, guiando hacia él a los pilotos alemanes. Para reforzar el engaño, Maskelyne había preparado cargas explosivas que hizo detonar al comienzo del ataque, haciendo creer a los tripulantes de los aviones que sus compañeros habían iniciado el bombardeo e induciéndoles a lanzar ellos también sus bombas contra el mismo objetivo. La trampa funcionó a la perfección. Durante varias noches seguidas, los bombarderos alemanes estuvieron atacando el falso puerto sin percatarse de su error.

Tras aquel primer éxito, Maskelyne fue ascendido a comandante y recibió un encargo que suponía un reto aún mayor que el anterior: ocultar el Canal de Suez a la vista de los bombarderos alemanes. El canal, única entrada al Mediterráneo oriental, era la vía por la que las fuerzas de la Commonwealth de Egipto y Oriente Próximo recibían todos sus suministros. Por esa razón era un objetivo prioritario para la Luftwaffe, sin que las baterías antiaéreas desplegadas en sus orillas pudiesen hacer mucho por detener los raids alemanes. Maskelyne inmediatamente se dio cuenta de la imposibilidad de hacer desaparecer a la vista un canal de 161 Km de longitud. En lugar de eso se centró en buscar la manera de cegar a los que lo sobrevolasen. Ideó un mecanismo, el “pulverizador giratorio”, consistente en un reflector que rotaba de forma continua lanzando al cielo haces de luces estroboscópicas. En el otoño de 1941 se desplegaron a lo largo del canal veintiún reflectores con los pulverizadores giratorios instalados en ellos. Maskelyne quiso comprobar por sí mismo cómo funcionaba su invento y se subió a un caza para poder verlo desde el aire. Al sobrevolar el canal, el juego de luces deslumbró momentáneamente al piloto del avión, que se desorientó y estuvo a punto de estrellar el aparato contra el suelo. Maskelyne se libró por poco de morir víctima de su propio ingenio. El sistema de luces funcionó perfectamente, y el canal pudo permanecer a salvo de los bombardeos enemigos hasta el final de la guerra.

En los meses posteriores Maskelyne continuó trabajando en idear trucos para engañar al enemigo. Tuvo un importante papel en la Operación Lighfoot, una de las operaciones de engaño más complejas y decisivas de la guerra. Consistió en hacer creer a los alemanes que las fuerzas de la Commonwealth en Egipto se estaban preparando para lanzar una ofensiva en el sur, muy lejos de donde realmente iban a atacar, cerca de la línea de la costa (el principal punto de ruptura del frente iba a estar en torno a un insignificante apeadero de ferrocarril llamado El Alamein). Para ello tenían que simular concentraciones de tropas y movimientos de unidades mecanizadas a través del desierto y al mismo tiempo enmascarar el despliegue auténtico a muchos kilómetros de distancia. Ocultar o simular grandes movimientos de tropas y vehículos en un terreno como el del desierto occidental egipcio, totalmente abierto y sin ninguna posibilidad de esconderse a la vista del enemigo, parecía una tarea imposible. Pero lo consiguieron, gracias a una variada de colección de equipos de camuflaje, efectos ópticos y maquetas: el desierto se llenó de tanques de lona, cañones de madera, soldados de cartón, falsas rodadas de camiones, comunicaciones de radio ficticias...

Más tarde Maskeline colaboró con la OSS estadounidense como experto en camuflaje. Se licenció en 1946 con el rango de coronel. Estaba muy orgulloso de su contribución a la victoria, y tras su regreso a los escenarios consiguió el permiso del Ejército Británico para actuar vistiendo su uniforme militar. Cuando su carrera artística empezó a decaer se retiró a Kenia, donde murió en 1973.

Se dice que muchos datos de las operaciones en las que supuestamente participó Maskelyne siguen siendo información clasificada en la actualidad, lo que explicaría por qué se sabe tan poco de ellas. Hay que aclarar que gran parte de lo que se conoce sobre él proviene de su autobiografía, escrita unos años después del final de la guerra, y que muchos consideran que da una versión de la historia no demasiado fiel a los hechos reales. Lo cierto es que parece poco creíble que en 1949, cuando se publicó el libro, el Ejército le hubiese permitido revelar información que lógicamente aún era secreta. Es verdad que sirvió en una unidad de camuflaje destacada en Egipto, y seguro que en aquel destino supo sacar partido a sus habilidades como ilusionista, pero lo más probable es que la mayoría de sus hazañas sean pura ficción. No lo es, por ejemplo, el “escudo solar”, un invento suyo que permitía a los tanques hacerse pasar por camiones, cubriéndose automáticamente con unas lonas y modificando sus rodadas para sustituir las marcas de cadenas por otras de neumáticos. Pero al parecer exageró mucho su aportación a la Operación Lightfoot. Y de sus dos grandes trucos, el traslado del puerto de Alejandría y la ocultación del Canal de Suez, no hay ninguna prueba aparte de su palabra. También sirvió en el MI9, donde ayudó a diseñar equipos de fuga ocultos en ropas y juegos de mesa que se enviaban a los prisioneros capturados por los alemanes, aunque, probablemente, los mayores servicios que prestó a su país durante la guerra fueron los espectáculos de magia que ofrecía a las tropas.

En resumen, en esta historia todo es una ilusión.

2 comentarios:

  1. Seguramente hay más de ficción que de realidad en toda su historia... pero hay que reconocerle que crear un engaño de tal calibre fue, sin duda, la obra maestra de su carrera como ilusionista. Saludos, Nonsei

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En el fondo no se le puede reprochar que intentase engañar a la gente. En eso consistía su trabajo. Un saludo, Iakob.

      Eliminar