La pala MacAdam

La pala-escudo MacAdam nació de una idea de Ena MacAdam, secretaria personal de Sam Hughes, ministro de Defensa de Canadá. En 1913 Ena sugirió a su jefe estudiar cómo las palas portátiles de los soldados de infantería podrían utilizarse como protecciones antibalas individuales. Hughes trabajó personalmente en el diseño de la pala-escudo en los meses posteriores, de forma que cuando estalló la Primera Guerra Mundial tenía un modelo listo para entrar en producción. La pala fue patentada el 25 de agosto de 1914 a nombre de Ena MacAdam, “de profesión taquígrafa”.

Por forma y dimensiones la pala MacAdam era como cualquier otra pala portátil de infantería de la época. Estaba hecha con un acero más fuerte que el habitual (también en el mago plegable) y tenía un espesor mayor. Aparte de eso, su única diferencia con las palas convencionales era un agujero en la hoja de 3,5 por 2 pulgadas para permitir la visión del tirador.

La pala MacAdam, en teoría un escudo que permitiría al soldado disparar con seguridad, deteniendo o desviando las balas enemigas:


El gobierno canadiense aprobó la fabricación de 25.000 palas-escudos para dar como dotación a los infantes de la 1ª División Canadiense que iban a partir para Europa. Pero las pruebas de campo que se hicieron pusieron de manifiesto que la hoja de la pala era incapaz de detener un disparo, incluso de las armas de menor calibre. Además por su excesivo peso era incómoda de transportar y de utilizar, y el agujero de la hoja la hacía inútil para usarla como pala, al menos cuando había que cavar en tierra suelta. En resumen, la pala-escudo no servía ni como pala ni como escudo. Con semejantes características, muchos mandos militares canadienses se negaron a distribuirlas entre sus tropas. Finalmente el gobierno ordenó retirarlas. Después de reducirlas a chatarra se lograron recuperar 1.400 dólares canadienses, una cifra mucho menor que los 33.750 que costaron según el contrato original.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. La intención seguro que era buena, pero tendrían que haber hecho más pruebas y consultas antes de aprobar su fabricación.
      Y seguro que alguien hizo un buen negocio.
      Un saludo, Patxi.

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