Judy, prisionera de guerra

Judy era una pointer inglesa nacida en un criadero de perros de Shanghai en 1937. Comenzó su carrera militar como mascota en dos cañoneras de la Royal Navy con base en Shanghai, el Gnat y el Grasshopper.

Judy en la cubierta del Grasshopper:


Cuando los japoneses invadieron China, el Grasshopper fijó su base en Singapur. El 14 de febrero de 1942 la colonia británica estaba a punto de ser conquistada también por los japoneses, y el Grasshopper zarpó con rumbo a Batavia (la actual Yakarta) abarrotado de refugiados y soldados en retirada. Al sur de Singapur la cañonera fue torpedeada por un submarino japonés. El buque se incendió y comenzó a hundirse, y Judy saltó al agua para salvar su vida.

Los supervivientes del Grasshopper llegaron a una isla deshabitada. Dos días más tarde, Judy apareció en la playa cubierta de petróleo. Los náufragos lograron hacerse con una embarcación y navegaron hasta la costa de Sumatra. Continuaron a pie, en una agotadora marcha, tratando de llegar a Padang, que suponían que aún no había caído en manos japonesas. Pero a pocos kilómetros de alcanzar su destino entraron en una aldea ocupada por los japoneses y fueron capturados. Los soldados les hicieron subir en camiones y tras un viaje de cinco días llegaron al campo de prisioneros de guerra de Gloergoer, en Medan. Con ellos iba Judy, escondida debajo de unos sacos de arroz.

Frank Williams, un soldado de la RAF, se sorprendió a ver a Judy entre los prisioneros: “Recuerdo que pensé ¿qué diablos está haciendo esta hermosa pointer inglesa aquí, sin nadie que la cuide? Aunque estaba delgada, me di cuenta de que era una superviviente nata”.

En agosto de 1942 Frank comenzó a compartir con la perra su comida diaria, un puñado de arroz hervido, y desde entonces fueron inseparables. Muchos prisioneros debían su vida a Judy, que con sus ladridos daba la alarma cuando aparecían escorpiones, serpientes... o guardias. Cuando se llevaban a rastras a algún prisionero para darle una paliza, Judy reaccionaba ladrando y gruñendo, arriesgándose a recibir un culatazo o un tiro. Frank sabía que la vida de Judy pendía de un hilo. Un día aprovechó que el comandante del campo estaba borracho y consiguió convencerle para que la perra fuese reconocida como prisionera de guerra. Oficialmente, Judy se convirtió en el prisionero de guerra "81A Gloergoer, Medan".

En junio de 1944 llegó la orden de trasladar a los prisioneros a Singapur. Frank metió a Judy en un saco de arroz, se la echó al hombro y la embarcó como polizona en el Van Warwyck, un vapor holandés capturado por los japoneses. Las condiciones a bordo eran terribles, con más de setecientos hombres hacinados en la oscuridad bajo la cubierta, soportando un calor abrasador. Por desgracia para los prisioneros, aquella tortura duraría solo unas horas.

El 26 de junio el Van Warwyck fue torpedeado por un submarino estadounidense. Frank quiso salvar a Judy y la tiró al mar a través de un ojo de buey. Él sobrevivió al naufragio y los japoneses le enviaron a otro campo de prisioneros. Allí llegó a oídos de Frank la historia de un heroico perro que había salvado la vida de varios de los prisioneros del Van Warwyck permitiendo que se aferrasen a él para continuar a flote. Pero pasaban los días y no había ni rastro de Judy. Cuando ya había perdido la esperanza de volverla a ver, un día apareció en el campo: “No podía creer lo que veía. Al entrar en el campo de prisioneros, un perro flaco se abalanzó sobre mi tirándome al suelo. Nunca había estado tan contento de ver a la vieja. Y creo que ella sentía lo mismo”.

Aún faltaba lo peor, un año trabajando en la construcción de un ferrocarril a través de la selva de Sumatra. Las condiciones de vida de los prisioneros eran inhumanas, obligados a trabajar hasta la extenuación, mal alimentados y sufriendo enfermedades endémicas como disentería, malaria, cólera, beriberi... La ración diaria de comida era un puñado de tapioca lleno de gusanos, pero Frank seguía compartiendo la suya con la perra: "Todos los días di gracias a Dios por Judy. Ella me salvó la vida de muchas maneras, la mayor de ellas dándome ganas de vivir. Todo lo que tenía que hacer era mirarla, con sus ojos inyectados en sangre por el cansancio, y no podía evitar preguntarme ¿qué sería de ella si yo muriese? Tuve que seguir adelante. Incluso si eso significaba esperar un milagro”.

Frank ocultó a Judy en la selva para ponerla a salvo de los guardias, que se habían cansado de sus ladridos y gruñidos y estaban decididos a matarla. Allí tuvo que alimentarse de serpientes, ratas y monos, y sobrevivió al ataque de un cocodrilo que la dejó gravemente herida.

Al fin terminó la guerra y los prisioneros fueron liberados. Frank regresó a Liverpool llevándose consigo a su inseparable Judy. También le acompañó cuando años después se marchó a África para trabajar en un plan de alimentos financiado por el gobierno británico. Judy murió en Tanzania en 1950.

Judy luciendo la Medalla Dickin, una condecoración británica que se otorga a animales que han destacado por su servicio en las Fuerzas Armadas:

4 comentarios:

  1. Gran historia y desconocida para mi, me encantan este tipo de curiosidades. Enhorabuena por el blog.
    Saludos.

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    1. Enhorabuena a ti por el tuyo, nihonsi. Me alegro de que te haya gustado la historia. Y perdón por no responder antes, pero es que he estado de vacaciones.

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  2. Qué historia maravillosa, y qué perra extraordinaria! Estoy terminando de leer el libro! Poco sabía de la 2 guerra mundial en el pacífico.... Terrible!!!!!

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  3. Hola. Así que hay un libro sobre Judy. Pues gracias por la información.
    Un saludo, Viviana.

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